domingo, 1 de agosto de 2010

LOS GRABADOS RUPESTRES EN LOS CASTROS GALLEGOS (I)

Como resultado de varios años de catalogación e investigación sobre los grabados rupestres prehistóricos que se localizan en los castros o en sus áreas adyacentes, se presentó hace unos diez años en el Coloquio Internacional dedicado al gran arqueólogo portugués, Dr. Francisco Martins Sarmento, en la ciudad portuguesa de Guimaraes, en donde se encuentra el museo que lleva el nombre del citado investigador, una comunicación sobre este interesante tema, que fue luego recogido en las Actas de la citada reunión científica. Los autores del mencionado artículo, fueron F. J. Costas, E. Pereira y el que suscribe estas líneas y su título: Petroglifos en los castros gallegos.

Debido al interés que pienso que posee este trabajo y para darlo a conocer a los que no tuvieron acceso a las citadas actas, transcribo el mismo, corrigiendo algunos errores y con nuevas ilustraciones. Por el evidente carácter divulgativo que posee, he eliminado las notas a pie de página, pero se conserva la bibliografía consultada, que se puede ver al final, de esta serie de comentarios, que engloban a todo el estudio presentado y ya publicado. Sin más pasamos a su presentación:

PETROGLIFOS EN LOS CASTROS GALLEGOS

“Resulta evidente tanto para los estudiosos de la cultura castreña como los dedicados al mundo del Arte Rupestre del Noroeste de la península Ibérica, de la presencia de petroglifos en recintos asimilables a la cultura de los castros. Son ampliamente conocidas las referencias de unos y de otros a los grabados rupestres que aparecen en estos yacimientos arqueológicos , resultando a a veces difícil el entendimiento de los publicado, dada la ambigüedad de las hipótesis sostenidas a veces sin ninguna coherencia con los datos existentes.

Dada la experiencia acumulada en los últimos años en el Sur de la provincia de Pontevedra, dónde constatamos el mayor número de rocas con grabados en castros , creemos que al menos estamos en condiciones de ir un poco más allá de las consabidas declaraciones de principios tales como esto es anterior a y/o esto es posterior a; y de lo que nunca hemos sabido a que nos estamos refiriendo.

En esta comunicación realizamos en primer lugar un amplio inventario de las superficies con grabados rupestres en yacimientos castreños, con ya diferenciación clara en él de su situación en el interior del yacimiento ó en el exterior.

A partir de aquí analizaremos estos grabados, en función de su posible contextualización en diferentes ámbitos prehistóricos e históricos según el estado actual de nuestro conocimiento del fenómeno de los Grabados Rupestres Galaicos.

Provincia de A Coruña

.-Castriño de Conxo (Santiago de Compostela)

Se localiza en la parte Sur del parapeto superior del yacimiento castrexo conocido como “Castriño de Conxo”, junto a la denominada “Ponte da Rocha”.

1.- Grupo I.- Esta roca ofrece un repertorio de motivos centrado en las representaciones de armas: varias alabardas , alguna de ellas con placa e indicación de remaches, puñales y/o espadas cortas y figuras que se han interpretado como máscaras, escutiformes etc.,configurando una de las superficies más determinantes para la interpretación y cronología del Grupo Galaico de Arte Rupestre. ( PEÑA SANTOS, A. ; VÁZQUEZ VARELA, J.M.; 1979).

.- Castro Lupario (Rois- Brión)

2.- Grupo I.- En un bloque que forma parte de las murallas del castro como elemento constructivo. Figura de cuatro círculos concéntricos con cazoleta central y dos líneas radiales. (ACUÑA CASTROVIEJO; CAVADA NIETO; 1971)

.- Castro de Viladabade (Tordoia)

3.- Grupo I.- En un bloque de granito de 50 x 25 x 30 cm., procedente de la parte derrumbada de un socalco. Figura consistente en trés círculos concéntricos incompletos, con cazoleta central y surco de entrada/salida. (LLANA RODRIGUEZ, C. Y otros; 1984)”

Nota.- Ilustra este primer comentario, una magnífica fotografía de los grabados rupestres con representaciones de armas que se localizan en el denominado “Castro Castriño” de Conxo (Santiago de Compostela) y su autor es mi amigo y arqueólogo, Antonio de la Peña Santos, a quien le agradezco su colaboración.




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